Moraleja

Domingo.  Último día de la que ha sido la primera semana de este nuevo año. Hay semanas que pasan desapercibidas quizá porque uno no hace el esfuerzo de repasarlas… No ha sido el caso de ésta que me ha dejado algunas situaciones sobre las que he seguido pensando con el paso de los días.

El lunes comenzaba la consulta con la puesta en marcha después de unos días fragmentados de descanso, encuentros familiares y de comidas. La idea de que sería un día tranquilo porque aún todo estaba impregnado por el ambiente navideño. Pero ésta es una premisa que pocas veces se cumple en la consulta…

Varios casos interesantes a lo largo de la mañana que rompieron esa aparente tranquilidad inicial pero quería compartir, en especial, el último de ellos.

A las 13,40h suena el teléfono de la consulta, descuelgo y la administrativa me comenta que un paciente de mi cupo solicitaba visita porque «sentía un malestar en el costado» y no podía esperarse a las tres de la tarde (hora en que comienza a visitar de nuevo el residente de Urgencias). Me preguntaba porque las citas se dan hasta la una y media con su médico si aún le quedan libres alguno de los diez números de Urgencias diarios.

Le dije que me lo apuntase aunque aún me quedaban pacientes por visitar…

Antonio, un paciente de 79 años de edad y que vive solo porque su mujer está internada en una residencia, lo había visitado varias veces en este último año. Venía acompañado por su vecina. Ella me explica que el paciente está con «una crisis de ansiedad» porque el día anterior había discutido con unos hermanos y esa situación (creían) era la que estaba produciendo le estaba produciendo el malestar en la zona debajo del esternón y en el pecho. Le había aparecido hacía una hora y como no se le pasaba habían decidido consultar.

Después de escuchar a ambos y realizar la exploración (normal) dudé si pedirles que saliesen a la sala de espera, se tranquilizase y después lo volvería a visitar. Dudé pero al repasar de nuevo la historia, obervarle y repasar los antecedentes decidí hacerle un electrocardiograma. Éste demostró que no se trataba de una crisis de ansiedad sin más y que el paciente debía ir al Hospital por un síndrome coronario agudo.

La «urgencia» te hace actuar sin pensar demasiado en ni porqué estaba visitando al paciente, el motivo de consulta, la impresión inicial, tu pensamiento en paralelo… Toda esta cascada que escribo viene después…

Moraleja: Compartir la historia no es quedarnos con el final feliz sino analizar el proceso: por un lado,  el riesgo que se puede llegar a asumir cuando seleccionamos pacientes (atender o no) por teléfono y en este caso con el añadido de que el filtro lo había realizado una tercera persona; por otro lado, la influencia del conocimiento previo del paciente que, a veces, puede ser un arma de doble filo porque cuando recogemos la información no sepamos analizarla todo lo objetivamente que merece.  Este paciente me contó su infarto como a veces me ha contado un catarro…

 

2 pensamientos en “Moraleja

  1. En ocasiones la relación entre la Atención Primaria y la Especializada (o Secundaria), no se basa en la creación de protocolos conjuntos o normas de derivación y respuesta a la misma, considero que puede mejorar si se mantuvieran unas mínimas normas de educación y cortesía. Comenta el profesor Rozman, a propósito de un artículo de la Dra. Victoria Camps Cervera sobre La excelencia en las profesiones sanitarias , que en los primeros textos de ética médica, los de Hipócrates y de Confucio, se repiten dos objetivos. Por una parte, el bien del enfermo y, por otra, la colaboración con los demás profesionales. A partir de estos grandes principios cabe desarrollar la excelencia ética, la cual consiste en la adquisición y puesta en práctica de una serie de virtudes: Benevolencia, Respeto, Cuidado, Sinceridad, Amabilidad, Justicia, Compasión, Integridad, Olvido de uno mismo y Prudencia, y de todas las virtudes detalladas, la central sigue siendo la prudencia.

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    • Manuel,

      gracias por el comentario.

      Supongo que la prudencia ante la necesidad de discernir aquello que es bueno o malo, urgente o que puede esperar… aunque en casos como el comentado no siempre se puede hacer tan claramente en un primer momento y tenemos que hacer uso de la atención continuada.

      Elena

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