La narración como un puzzle o cómo (des)enfocar la mirada

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El puzzle es la metáfora que encontramos en el libro de George Perec “La vida instrucciones de uso”  y que tiene relación con esas dimensiones que perfilan la complejidad del vivir, el inventario de lo existente, lo recordado y lo imaginado, lo público y privado…

Especial interés tienen las primeras frases de su Preámbulo donde nos describe ese eje que es el arte del puzzle:

“Al principio el arte del puzzle parece un arte breve, un arte de poca entidad, contenido todo él en una elemental enseñanza de la Gestalttheonie: el objeto considerado -ya se trate de un acto de percepción, un aprendizaje, un sistema fisiológico o, en el caso que nos ocupa, un puzzle de madera- no es una suma de elementos que haya que aislar y analizar primero, sino un conjunto, es decir una forma, una estructura: el elemento no preexiste al conjunto, no es ni más inmediato ni más antiguo, no son los elementos los que determinan el conjunto, sino el conjunto el que determina los elementos: el conocimiento del todo y de sus leyes, del conjunto y su estructura, no se puede deducir del conocimiento separado de las partes que lo componen: esto significa que podemos estar mirando una pieza de un puzzle tres días seguidos y creer que lo sabemos todo sobre su configuración y su color, sin haber progresado lo más mínimo: sólo cuenta la posibilidad de relacionar esta pieza con otras y, en este sentido, hay algo común entre el arte del puzzle y el arte del go: sólo las piezas que se hayan juntado cobrarán un carácter legible, cobrarán un sentido: considerada aisladamente, una pieza de un puzzle no quiere decir nada; es tan sólo pregunta imposible, reto opaco; pero no bien logramos, tras varios minutos de pruebas y errores, o en medio segundo prodigiosamente inspirado, conectarla con una de sus vecinas, desaparece, deja de existir como pieza: la intensa dificultad que precedió aquel acercamiento, y que la palabra puzzle -enigma- expresa tan bien en inglés, no sólo no tiene ya razón de ser, sino que parece no haberla tenido nunca, hasta tal punto se ha hecho evidencia: las dos piezas milagrosamente reunidas ya sólo son una, a su vez fuente de error, de duda, de desazón y de espera (…)”.

El «encuentro» clínico entre el médico y el paciente plantea el descubrimiento de algunas piezas de un puzzle, aunque lo compartido implique sólo una parte pequeñísima de tiempo y espacio en la vida del paciente y el médico deba ver el conjunto si quiere tener efectividad en su trabajo. La adopción de esta perspectiva narrativa que no se queda retenida en lo preciso y en lo probable puede tener implicaciones, por un lado, en el cambio de nuestra receptividad a los otros y a sus razones; por otro, en generar un escenario donde poder practicar la prudencia en la toma de decisiones, huyendo de la resolución de los conflictos a través de dilemas y apostando, pues, por la deliberación sobre lo concreto. Se trata de aprender a (des)enfocar la mirada de las piezas al puzzle (y viceversa).

 

4 pensamientos en “La narración como un puzzle o cómo (des)enfocar la mirada

  1. Precioso el texto!!! El tuyo. Cuando trabajaba en proyectos de investigacion (Practicum) con alumnos de Trabajo Social, fue un descubrimiento para ellos y para mi, la metodologia cualitativa. Es/utiliza la misma idea del puzle que no conoces de antemano y que vas construyendo y conociendo con el otro. Saludos. Jose Antonio Tous Olagorta

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    • Jose Antonio,

      sí…la idea del Puzzle que describe tan bien Perec en su libro… es una visión indispensable no sólo para la mirada dentro de la consulta…sino extensible a la forma de mirar en general…:)

      un abrazo

      Elena

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