“El deseo trabaja como el viento.
Sin esfuerzo aparente.
Si encuentra las velas extendidas nos arrastrará a la velocidad de vértigo.
Si las puertas y las contraventanas están cerradas, golpeará durante un rato en busca de grietas o ranuras que le permitan filtrarse.
El deseo asociado a un objeto de deseo nos condena a él.
Pero hay otra forma de deseo, abstracta, desconcertante que nos envuelve como un estado de ánimo.
Anuncia que estamos listos para el deseo y sólo nos queda esperar, desplegadas las velas, que sople su viento.
Es el deseo de desear.”
en “ Saber Perder” de David Trueba.