De heridas, de cicatrices

Fue inesperado el devenir de ese dolor. No había imaginado escenarios concretos, se trataba de dejarse llevar por esa ruta de lo que hay que hacer: esta prueba u otra, este tratamiento o aquel. No había imaginado desenlaces pero, mirando atrás, se sostenía la posibilidad del diagnóstico de un proceso agudo, ese que con un tratamiento y el transcurso del tiempo encontraría un final relativamente acotado. Con la concreción de piedra en el riñón como la hipótesis más protagonista, ahora se hacen presentes las expresiones de dolor del padre cuyo cuerpo guarda esa experiencia. Ese recuerdo pasa a convertirse en una herencia que agiliza la incertidumbre y el miedo a lo desconocido.
El dolor por la noche, el dolor imbricado con lo deseado, el dolor que no se puede concretar con un dedo porque el principio y el final están difuminados, el dolor del que sólo sabe que está ahí en el lado izquierdo de su medio cuerpo. Delante y detrás, detrás y delante. Colorear un maniquí es su forma de narrar, las palabras se quedan a medio camino.
En ese momento en que la prueba concretaría las coordenadas de la piedra del riñón izquierdo aparece un giro en la historia. En el pasillo de las urgencias escucha por primera vez la palabra tumor. El telón de todos los escenarios se convierte en negro. Y se suceden días de sentir un miedo pegajoso en el cuerpo. El dolor por la noche. El dolor de cuerpo, el dolor del miedo. 
El estar enferma, el sentirse enferma. Y cómo el ir desprendiéndose de ese sentirse enferma permite retomar cierto placer, cierta ilusión en lo cotidiano. No es una lucha, no es una conquista. Es el relato que va encontrando sus palabras que se conjugan en pasado y gerundio. Ahora en la experiencia de otra espera, la lupa del control, adquiere protagonismo otro prisma del miedo, ese que se enreda por la experiencia de encontrar algo que no se esperaba, que planificó los días y que cambió el rumbo. El vértigo a esa nueva experiencia paraliza el imaginar un año por delante. Todo está suspendido, aguarda toda una lista de guiones contenidos.
Escucha: “El estar controlada es necesario, así si encuentran algo se puede actuar, estás en buenas manos y ellos son los que saben qué hay que hacer…”. Escucha y su respuesta es el silencio, porque de nuevo esa dificultad de encontrar las palabras que puedan relatar que desconocía esta experiencia de la espera, de la incertidumbre de la lupa, del detenerse el tiempo. 
Me cuenta, cuento sobre las heridas visibles del pasado, sobre las cicatrices del presente. 
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