Nos contaba: “… Siento fatiga
… Tengo mareo, me dan vueltas las cosas
… Siento angustia, pero no vomito
… Tengo fatiga…”
Le preguntamos: “¿Fatiga de ahogarse o fatiga de cansancio?”
Y ella responde: “… Fa___fatiga …”
Cada día, en cada encuentro se vislumbra esa inercia de la traducción. A veces es más sutil.
A veces es más directa.
A veces permanece suspendida.
Pasado algo de tiempo me dirijo a María Moliner quien recoge fatiga (de fatigar) 1f. Sensación que se experimenta después de un esfuerzo intenso o sostenido, físico, intelectual o moral, de falta de fuerzas para continuar con el esfuerzo o trabajo, a veces acompañada de malestar físico consistente especialmente en dificultad para respirar. -_ Cansancio 2f. Dificultad para respirar , debido a enfermedad. -_ Ahogo, * asma. 3f. Desgaste de los metales, debido a la repetición del mismo esfuerzo, que los expone a la rotura. 4. Dificultad, *penalidad: trabajo o suceso penoso de los que ocurren en la vida de una persona: “Ha pasado muchas fatigas para criar a sus hijos”. 5 inf Reparo o escrúpulo que alguien siente: “ Díselo tú, que a mí me da mucha fatiga”.
Y después encuentro en Mareille Hansel y su libro “Traduir com transhumar” el texto titulado “El peso de una palabra” y que contiene otro hilo de esta madeja: “Para traducir esta palabra-prisma hacía falta algo más que un diccionario, era necesario correr el riesgo del encuentro y de interrogarse, el riesgo de la confrontación con otra realidad. La realidad del poeta, que me era extranjera…”.
La madeja que esconde el nudo y es esa dificultad para transformar la razón de consulta (lo que nos dice la paciente) en el problema atendido (lo que se registra y se atiende).